«Cuenta una leyenda talmúdica que, al nacer, un niño conserva aún los recuerdos y conocimientos
de sus vidas anteriores. En ese momento, un ángel aparece y le ordena guardar este secreto mientras
coloca su dedo entre su labio y su nariz. Con este acto, el bebé olvida todo para poder entrar en esta
vida. Este gesto deja una huella: el pequeño huequito que todos tenemos entre la boca y la nariz.
Después de esto, el bebe puede llorar por primera vez».

Para mí, esta frase que abre la película «El primer llanto», resume perfectamente lo que sucede
cuando venimos al mundo. Ese saber ancestral que, aún si no lo recordamos, se encuentra arraigado
en lo más profundo de nuestro ser. Es importante que nos reconectemos con él para poder seguir
nuestros instintos y nuestro conocimiento «Todo depende de nosotros».

Mamá de dos niñas, nacidas en una maternidad y casa de partos, desde mi primer embarazo fui
contra corriente y me dejé guiar por mi instinto. Me considero una persona afortunada: a pesar de
no haber contado con información proveniente de las mujeres de mi entorno, el acceso a
documentales y charlas pertinentes me permitieron tomar decisiones conscientes, que siempre fueron respetadas, y tener confianza en mí misma. Esta misma experiencia se repitió durante la crianza, la lactancia y el tiempo pasado con mis hijas…. Quisiera compartir con ustedes mis
experiencias y los aprendizajes de este proceso.

Mi objetivo es ser, para las mujeres y las parejas que encuentro en mi camino, sin importar sus decisiones, la persona que pueda apoyarlos desde la empatía y la humanidad para que la madre protectora que vive en sus entrañas se manifieste. Igualmente, deseo ser quien pueda facilitar la creación de esta comunidad de mujeres que se apoyan mutuamente sin importar sus deseos y sus necesidades, buscando únicamente que todas puedan desarrollarse completamente siguiendo su instinto.